50 Años Sin Él
Fuimos a honrar al viejo, sí al viejo. Para toda mi generación, Don Pepe era, fue y será «El viejo». 50 años sin él, su ausencia no sorprende pero su legado sigue dando el presente en la huella que dejó, encarnó el verbo y la palabra como ninguno, más verbo «Acciones que palabras», al viejo ilustre, 10 palabras le pintaron la vida desde que nació hasta su muerte.
Ante una nutridísima concurrencia de ex dirigentes,ex presidentes, actuales dirigentes que hoy conducen Vélez, miembros de todas las agrupaciones, integrantes de todos los medios partidarios, socios de mil batallas peleadas junto a Vélez en el ámbito que se diera y la presencia singular sin dudas, de Rodolfo D’Onofrio, actual Presidente de River e hijo de quien fuera el artí0fice en su calidad de Interventor de AFA, don Raúl D’Onofrio, de instaurar el Día del Dirigente Deportivo precisamente en homenaje a Don Jose Amalfitani.
En la presentación de tan solemne homenaje, la Presidenta de Cultura de nuestra institución, la sra. Liliana Sobrado, que inicialó la ceremonia presentando la Bandera Argentina, la de nuestro Instituto Educativo en manos de nuestros alumnos, con la tutoría del profesor Gustavo Fernández y la posterior alocución del Padre José María, párroco del Santuario de San Cayetano, el arquitecto Antonio Perez, ex presidente, con sentidísimas palabras justas, sinceras, aleccionadoras y dedicadas al futuro, que eso fue Don Pepe, un visionario que realizó lo que soñó, nada menos.
Continuaron el sr. José Luis Amalfitani, nieto de Don Pepe, reseñando con visible emoción, el recuerdo de su venerado abuelo y su significancia familiar y cerrando los discursos, nuestro vice presidente 1ro., Dieguito González, poniendo en exactas palabras su agradecimiento por pisar aquellas huellas, reconociendo el arduo trabajo en cualquier época de los dirigentes deportivos, resaltando la inveterada lucha por mantener los preceptos de las sociedades anónimas sin fines de lucro, las eternas y plausibles conquistas desde lo social, lo educativo y en el deporte que nuestras instituciones realizan día tras día y con denodados esfuerzos desde la mas absoluta gratuidad.
Siempre, cuando nos alejamos, lo junamos de frente a Don Pepe, unos instantes, uno manga lo que cree necesario, lo que nos falta.
Nunca me contestó pero yo me imagino que me dice: «Un ocho y un siete? Quince pibe!!! Escoba. Laburá y seguí barriendo».